la historia que relata la película cicatrices describe una situación matrimonial que es más común de lo que se cree. Una pareja al paso de los años siente que ha perdido la magia del amor, la pasión y la atracción para caer en una tediosa monotonía que termina por acarrear conflictos entre ambos.
Lo peor de la situación de pareja es que hay un niño en medio hijo de los dos, el cual debe presenciar terribles escenas de golpes e insultos entre sus padres causándole un gran impacto negativo.
No pasa mucho tiempo para que los maestros en la escuela llamen a sus padres para hablar del bajo rendimiento del niño en clases y su comportamiento fuera de lo común.
Un padre con una doble vida y una madre deprimida, terminan por provocar el divorcio de la pareja, pero lejos de ser una solución al problema empeora todo al volverse una lucha de poderes en la que abandonan en mayor escala al menor.
El niño comienza a ser el peor reflejo de la violencia, ruptura y desamor de los padres. Solitario, callado e introvertido decide apartarse incluso de su madre con quien pasa la mayor parte del tiempo.
Un día de forma inesperada, mientras jugaba con su bicicleta sin la supervisión de nadie, sufre una caída que lo lleva a cuidados intensivos. A pesar de los intentos de los médicos por salvarle la vida durante más de 2 semana el niño fallece dejando un gran vacío en la vida de la ex pareja.
Los protagonistas en conflicto ponen un alto a su guerra, la madre se deprime aún más y el padre se separa de su amante y se aísla a reflexionar leyendo la biblia. Al parecer encuentra en la palabra de Dios llenar muchos vacíos que había dentro de sí, y se acerca nuevamente a su esposa para tratar de enmendar los errores del pasado y consolar su corazón en luto.
Poco a poco comienzan a ver renacer el amor, se piden perdón el uno al otro y deciden darse una nueva oportunidad como pareja. Una historia reflexiva y bastante cruda de lo que puede suceder en los casos de violencia familiar.